Dos kilos y medio de alcachofas
Cuatro dientes de ajo
Una cucharada rasa de harina de trigo
Un manojo de perejil
Dos cucharadas soperas de vino blanco
Medio vaso de aceite de oliva
Dos cebollas medianas
Sal
Elaboración
Cortamos el tallo y vamos quitando las hojas duras de las alcachofas hasta que queden solo las hojas blancas. Las colocamos en un cuenco con agua y zumo de limón, para evitar que se pongan negras.
En una cacerola echamos el aceite y la cebolla triturada, cuando la cebolla esté glaseada se le echan los ajos y el perejil muy picados.
Le damos unas vueltas, le echamos la
harina y volvemos a removerlo todo. Cuando la harina empiece a dorarse le
echamos las alcachofas y las rehogamos. Cortamos el tallo y vamos quitando las hojas duras de las alcachofas hasta que queden solo las hojas blancas. Las colocamos en un cuenco con agua y zumo de limón, para evitar que se pongan negras.
En una cacerola echamos el aceite y la cebolla triturada, cuando la cebolla esté glaseada se le echan los ajos y el perejil muy picados.
Lo cubrimos con agua, le echamos el vino y cuando rompa a hervir le bajamos el fuego dejamos que cueza a fuego lento una hora. Si vemos que se espesa la salsa y las alcachofas están aún duras, le añadimos agua y la sal.
Al final, las alcachofas deben quedarnos muy tiernas y con una salsa espesita.
Servimos este plato caliente.
María Dolores
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